CUANDO LA TECNOLOGÍA IMPACTA EN LAS
COMUNICACIONES
Breves reflexiones sobre una realidad que
preocupa.
Escribe:
Rubén Duarte
Es innegable
que, el tremendo impacto de la tecnología en las comunicaciones mundiales en el
presente siglo, ha significado, entre otras cosas, trascendentes cambios. Pero
fundamentalmente un estrechamiento de las relaciones entre los países y los
pueblos del planeta, de tal magnitud que aún hoy, desde cierta mirada, resulta difícil
comprender en toda su extensión y profundidad, un fenómeno moderno que bien
puede calificarse sin temor a exagerar de verdadera mutación de la sociedad
humana.
Uno de los ámbitos
en donde se advierte el cambio, es en el de las comunidades políticas, en el de
los estados-nación, que hasta ahora y desde los siglos XVI Y XVII
aproximadamente (durante los cuales se estructuraron las nacionalidades en términos
políticos en Occidente) venían protagonizando la historia de los últimos 4
siglos de la humanidad. A más de 200 años de monarquías absolutas siguió un lapso
similar de estados organizados en forma muy parecida a como se los puede
observar hoy, ejerciendo el poder supremo en un territorio determinado.
De manera
tal, la política internacional consistía en las relaciones dinámicas entre
dichas estructuras es decir los estados-nación, entre los cuales se planteaban
situaciones de poder. Hacia adentro, el estado era el único titular del poder político, tributario,
legislativo, jurisdiccional, policial y militar y, hacia afuera, no reconocía ninguna
otra autoridad distinta de la suya. Las distancias, en algunos casos casi infranqueables,
los lentos desplazamientos y una técnica rudimentaria signaban las relaciones
entre los estados que se mantenían dentro de un mismo molde: el de la supremacía
de uno de ellos sobre los demás. España, Francia, Inglaterra, los Estados
Unidos, se fueron turnando en la conducción del mundo, reiterando esquemas del
poder que en el fondo no perdían una cierta impronta que la podríamos definir como
clásica.
La revolución
industrial puso en marcha el motor del cambio en el siglo XIX. Posteriormente
la ciencia fecundó a la técnica y así, la hija de ambas: la tecnología, se convirtió
en la síntesis y resultado de lo anterior.
La primera y
segunda guerra mundial fueron los últimos conflictos al viejo estilo, aun
cuando ya portaban los gérmenes del mundialismo actual. Todavía esos
enfrentamientos se mantenían en la esfera política de Occidente, a la manera de
las antiguas contiendas europeas, pese que a la presencia de Estados Unidos y Japón
pre anunciaban la situación de nuestros días.
En la
actualidad, todo es distinto, la Comunidad Europea, impensable hace medio siglo
es una realidad de signo más político que económico, al igual que algunos
bloques asiáticos que a un ritmo creciente configuran la nueva realidad: la de los
agrupamientos continentales; entre los más cercanos podemos mencionar al
Mercosur.
Está claro
que la política siempre debe estar por encima de la economía, muy a pesar de la
guerra de la mercadotecnia que no es otra cosa que intereses económicos que
solo piensan en el ´´ señor dinero´´.
Lo dicho hasta aquí nos hace ver que el mundialismo actual,
nacido como se explicó, principalmente de la tecnología, generó necesidades,
las cuales recibieron, obviamente un respuesta política.
Hoy en plena fase
crítica, con cambios permanentes en el comportamiento de la humanidad el
tránsito hacia el mundialismo, hace
peligrar al hombre (varón o mujer) distorsionando la existencia
misma del ser humano. La libertad, una de las principales conquista de la
humanidad no debe quedar a merced de un poder omnímodo, que anule rápidamente miles
de años de evolución. Prevenir este peligro desde la política es la única salida
posible. Y si algún factor extra político
puede alterar la ecuación habrá que preguntárselo a los futurólogos. Yo no lo
soy. De ahí la importancia vital de la tecnología en las comunicaciones
mundiales. Siempre al servicio del ser humano. Que así sea.
*Periodista y Analista Político.
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